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Planean instalar siete plantas en la Capital y en el área metropolitana.El gobierno bonaerense y el porteño guardan bajo siete llaves un proyecto que incluye la incineración como forma de tratamiento final para la basura. La ciudad y el área metropolitana de Buenos Aires generan 15.000 toneladas de residuos diarios; cada tres días podría llenarse un estadio como el Único de La Plata. El resumen más acabado de la política errática en materia de desechos es que desde hace más de una década sólo se dispone en el relleno sanitario Norte III, en el partido bonaerense de San Martín.
El plan oficial de la Coordinación Ecológica Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), al que tuvo acceso Infobae, habla de «impulsar la valorización térmica» y diseña un programa a 2030. Según ese proyecto, la Capital y los partidos bonaerenses se dividirían en cuatro corredores o regiones: Norte, Caba Norte, Acumar (en la cuenca Matanza Riachuelo) y Sur. «Las plantas se instalarían en «predios ya impactados», «predios ofrecidos por intendentes en años anteriores» o en lugares cercanos a donde ya hay algún tipo de disposición final.
En la Ceamse no quisieron brindar información al respecto. Sin embargo, Infobae pudo confirmar que es parte de un plan que las autoridades porteñas iban a anunciar en los próximos días, post elecciones. El programa oficial va a incluir otras medidas de sustentabilidad y este proyecto era uno de los puntos centrales.
Las proyecciones de las siete plantas de incineración, al menos una estaría en la zona sur de Capital, generarían energía para unos 3.700.000 habitantes, uno de los argumentos más fuertes del plan: no sólo resolvería el tema residuos sino que aportaría al alicaído sistema energético nacional.
La ciudad de Buenos Aires es uno de los distritos más complicados respecto del destino final de su basura ya que es el único que no cuenta con terrenos propios como para una solución ambiental. Desde mediados de los 70 con la creación de Ceamse (sociedad compartida por los porteños y los bonaerenses) se utiliza el relleno sanitario con enterramiento como último paso para los residuos que cada habitante genera todos los días.
En 2005 el distrito votó la denominada ley de Basura Cero que propone la disminución de lo que se entierra hasta reducirla a su mínima expresión por medio del reciclado, compostaje u otras técnicas amigables con el ambiente. Los plazos para que esa ley se cumpla están todos vencidos. Sólo para tener una idea: en 2012 el distrito debía disminuir el 50% de los residuos que se enterraban. Hoy, cinco años después, la reducción del enterramiento alcanzó el 36% gracias a una planta de tratamiento de áridos (restos de construcción) que trata 2000 tn por día. Mientras que el sistema de recolección diferenciada apenas alcanza el 6 por ciento, siempre según cifras oficiales.
La gran dificultad que presenta aquella norma, votada por unanimidad por el macrismo, es que prohíbe la incineración. Es decir que el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, deberá reformar esa norma.
Francisco Suárez, investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento y autor de La Reina del Plata, Buenos Aires: sociedad y residuos, opinó: «Algunos puntos no se articularon bien. Uno es la relación entre el vecino, las cooperativas y los recuperadores. Hoy la gente no sabe bien qué pasa con esa campana o con la recolección puerta a puerta, nunca se terminó de aceitar bien el sistema. En una década hubo cinco o seis sistemas distintos de contenedores, que resuelven temas de higiene urbana pero no de reciclado. Por el contrario, lo complejizan».
Esto es lo que sostienen también las ONG ambientalistas, que creen que optar por la incineración es la última opción. Cecilia Allen, integrante de GAIA y de la Coalición Anti Incineración internacional sostuvo: «Implica un cambio de 180 grados en la política de residuos que supuestamente tiene la administración. Acá no hay nada avanzado en compostaje ni en reciclaje; es poner en jaque las políticas de basura que se puedan tener en términos de reciclado y separación en origen e implica no invertir en tecnologías para eso. Esta solución además de ser muy cara requiere mucho volumen de residuos y hay que sostenerlo».
Los argumentos del plan oficial dicen que disminuye pasivos ambientales, que los rellenos sanitarios cerrados implican 30 años de mantenimiento post cierre y costos derivados, que generan una disponibilidad de energía constante y que tiene la potencialidad de replicarse en todo el país.
El punto energético es el otro bastión del Gobierno: intentará reformar la ley de energías renovables para incorporar esta tecnología, conocida como waste to energy, una forma de energía limpia.
Sin embargo, desde el sector ambientalista señalan que atenta contra los puestos de trabajo ligados al reciclaje y desaprovecha un potencial enorme de generación de empleos. De acuerdo con datos del sector, en la Argentina 200.000 personas trabajan en la recolección, clasificación y procesamiento de materiales para reciclaje, sólo en el sector de la economía popular. A ello se suman quienes trabajan en industrias y otros circuitos de reciclado.
Estas fuentes de trabajo entran en serio riesgo si deben competir con una tecnología que para generar energía necesita materiales con alto poder calorífico, entre los que se encuentran precisamente los que tienen mercado de reciclaje.
Los costos son el otro lado flaco: el costo de instalación de incinerador de 3000 toneladas día ronda los 600 millones de dólares. A eso se suman los altos costos de operación y monitoreo.
Los hornos incineradores funcionaron en Buenos Aires hasta los 70. La gran contaminación que generaba la quema los prohibió. La tecnología nueva es diferente. Es más moderna y se utiliza en países europeos y en algunas ciudades estadounidenses.
Los hornos incineradores utilizan un combustible que puede ser gas, gasoil o fueloil, para quemar la basura. La basura incinerada genera energía que se usa para el mismo horno y también puede utilizarse para el sistema eléctrico. Sin embargo, el gran problema son los contaminantes que emanan de esa quema, así como también las cenizas que quedan como residuos.
Para los ambientalistas no sólo tiene que ver con los costos: en las ciudades europeas y, especialmente en Estados Unidos, son complementarias de otros sistemas.
Fuente: Infobae