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The Green Expedition: Autos eléctricos por la Ruta 40

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Cuatro vehículos eléctricos concretaron The Green Expedition, travesía que recorrió la mítica ruta 40. Análisis y conclusiones sobre este tipo de vehículos que ganan adeptos en el mundo.

Tres autos y una moto (como esta moto Zero y este Renault Zoe) completaron el desafío.

Los 5194 kilómetros que le dan vida a la ruta 40, la más extensa de la Argentina y dentro de las 10 más largas del mundo, tienen todo tipo de atractivos naturales y han sido inspiración de libros, películas, series, canciones y más. Posee bellezas únicas como el Glaciar Perito Moreno, el Abra del Acay, las Salinas Grandes, el Valle de La Luna, el camino de los Siete Lagos, la Cueva de las Manos o la Cuesta de Miranda, entre otras. En muchas ocasiones, es utilizada como referencia para reflejar ciertas hazañas concretadas con la unión entre su punto más austral, donde está su kilómetro 0, en Cabo Vírgenes, Santa Cruz, con el más al Norte, en La Quiaca, Jujuy.

Hasta el momento, nunca nadie la había recorrido con un vehículo eléctrico, una propuesta que podía parecer utópica hace un tiempo. Aunque la primera reflexión sobre su proyecto fue «es imposible», Roberto Stazzoni no se quedó de brazos cruzados y siguió buscando alternativas para concretar el desafío. Contando con el apoyo de la firma francesa ATO (Atypik Travel Organisation) por medio de su responsable Bruno Ricordeau, y con el impulso de Scame Argentina, empresa en la que Stazzoni se desempeña como gerente técnico y tiene a su cargo la división Eco Mobility, planificó y afrontó este reto que se concretó entre el 8 y el 28 de abril. The Green Expedition, como se denominó esta travesía, fue el eco raid con autos eléctricos más extenso realizado hasta el momento y tuvo su punto de partida en Río Gallegos, Santa Cruz, y su epílogo en el cerro San Bernardo, en la capital de Salta. Participaron tres autos, dos Renault Zoe y un Tesla S85, una moto eléctrica Zero (conducida por el campeón francés de trial Bastien Hieyte), y dos bicicletas con asistencia eléctrica encargadas de abrir y cerrar las 20 jornadas que duró la experiencia. Durante el rtayecto se aprovechó para visitar escuelas y universidades para mostrar y enseñar cómo funciona un coche eléctrico.

Para concretar la misión fue necesario establecer los lugares para realizar las recargas; pese a eso, hubo momentos en los que se debió luchar con algunos imponderables que fueron resueltos por los organizadores locales, que contaron con el apoyo de Mark Nitters, ingeniero holandés residente en Francia con mucha experiencia en movilidad eléctrica, que formó parte de la comitiva de la ATO.

«Conducir un auto eléctrico es un placer. No hace ruido, no vibra, no tiene cambios, es suave y su reacción es increíble. Los autos eléctricos cuentan con lo que se llama frenado regenerativo; esto es: al soltar el acelerador, la inercia del vehículo carga la batería y esto hace que no sea necesario tocar el freno tan frecuentemente como se hace en un auto convencional. Cuando uno se acostumbra a esto de manejar con un solo pie, resulta muy cómodo y aumenta la autonomía del auto, a expensas de cargar la batería con las disminuciones de velocidad y las bajadas», contó Stazzoni, quien además es socio fundador de Asociación Argentina de Vehículos Eléctricos y Alternativos (Aavea).

Más allá del desafío, la prueba les sirvió a los organizadores reconfirmar las bondades de los vehículos eléctricos, que no presentaron dificultades (solo alguna rotura de neumáticos, que vale para cualquier tipo de propulsión), salvo tener que convivir en un par de ocasiones con la «ansiedad del 20%», como han denominado los usuarios de autos eléctricos a la sensación que produce ver en el indicador que la energía disponible en la batería se torna escasa en relación con la distancia por recorrer o el estado del camino. De todas formas, solo fue una experiencia más para contar al final de la expedición.

Con la satisfacción de haber concretado exitosamente el proyecto, Stazzoni detalló algunos de los puntos destacados que le generó The Green Expedition al momento de realizar el balance y de proyectar su segunda edición, que tendrá algún agregado para hacerla más desafiante.

¿Cuáles son los beneficios que los vehículos eléctricos entregan? A saber.

Eficiencia, medio ambiente y salud

Dependiendo del terreno, el viento y, por supuesto, el estilo de manejo del conductor, el consumo de un auto eléctrico varía; aunque, en promedio, se sabe que necesita de unos 14 kW/h de energía cada 100 kilómetros. El Renault Zoe cuenta con una batería de 40 kW/h por lo que su autonomía ronda los 300 kilómetros reales.

Un auto naftero estándar consume unos 7 L/100 km. La energía que contiene un litro de nafta es aproximadamente 10 kW/h, por lo que para hacer los 100 kilómetros este naftero consume unos 70 kW/h de energía. La relación entre el eléctrico y el vehículo de combustión interna es, en términos energéticos, de cinco a uno.

Además, desde la mirada ambiental, por cada litro de nafta que se consume, se generan 2 kg de dióxido de carbono que salen del caño de escape directamente a sumarse al efecto invernadero y contribuir al calentamiento del planeta. El eléctrico no produce gases de efecto invernadero para funcionar (directamente no tiene caño de escape). Y si pensamos en la salud, al no quemar hidrocarburos el eléctrico no genera ninguna partícula material que provoque enfermedades respiratorias, ni óxido de nitrógeno altamente tóxico, entre otros contaminantes.

La recarga de la batería

La tecnología de las baterías de los vehículos eléctricos -actualmente basadas en diferentes compuestos de litio- es la que condiciona la velocidad de carga, la autonomía y también el precio del modelo. Cuando la tecnología actual se supere y estos tres parámetros se modifiquen, dadas las claras ventajas energéticas, ambientales y de salud del auto eléctrico, el crecimiento de este tipo de vehículos será significativo. Hasta tanto, hay que pensar que el auto eléctrico trae consigo un paradigma de carga que difiere del coche convencional.

Las baterías son los elementos en los que se carga y se almacena la energía que el auto eléctrico necesita para funcionar. Haciendo un paralelo con el vehículo convencional, resultan el correlato del tanque de combustible.

Continuando con el ejemplo del Renault Zoe; sabemos que su batería de 40 kW/h le proporciona una autonomía de 300 km; si tuviese un sistema de propulsión convencional con un tanque de unos 45 litros, recorrería más o menos unos 650 km. Así, por ahora, tienen menos autonomía que un vehículo con motor de combustión interna.

Otro de los puntos en el que debe evolucionar el auto eléctrico es en el tiempo de la carga. Ésta puede clasificar en rápida, normal y lenta. La rápida puede completarse en más o menos 15 minutos. Para realizarla es necesario contar con potencias que arrancan en los 50 kW porque se realizan con corriente continua, por lo que los cargadores son más complejos, no solo por la potencia que manejan sino porque además realizan la rectificación de corriente alterna a continua. De momento, no todos los autos están preparados para cargarse de esta forma.

El Renault Zoe, en los difíciles caminos de la ruta 40 El Renault Zoe, en los difíciles caminos de la ruta 40
La normal es una carga que demora entre 2 y 6 horas. Las potencias asociadas van desde los 3,5 kW hasta los 7 kW, siendo esta última una potencia razonable y normal para un uso doméstico. Se realiza con corriente alterna monofásica. Si se cuenta con un sistema trifásico en un domicilio o comercio, puede aumentarse la potencia a unos 22 kW, lo que haría la carga más veloz.

Por último, la carga lenta implica ya tiempos por encima de las 6 horas y está asociada a potencias del orden de los 2 kW, también con corriente alterna y, en este caso, monofásica. Esta es la que típicamente se hace en un tomacorriente doméstico con un dispositivo cargador pequeño, que suelen traer los vehículos eléctricos.

Tras esto surge un interrogante: ¿las petroleras del futuro serán las distribuidoras y cooperativas eléctricas? Las estaciones de servicio deberán adaptarse a un modelo de negocios que se ajuste a este nuevo concepto, tal vez más cercano al modelo del GNC, pero con un competidor importante que será la carga domiciliaria, algo que hoy en día no existe con el auto convencional. Pero todo esto, claro está, dependerá de cómo penetre el auto eléctrico en el mercado y de cuán largo será el período de convivencia entre ambas tecnologías. Seguramente, estas dos formas de moverse, la eléctrica y la convencional, convivirán por muchos años.

Electricidad versus nafta

The Green Expedition se ahorró $7854 haciendo la travesía con autos eléctricos en vez de nafteros. El consumo de energía del primero para realizar 100 kilómetros es de 14 kW/h, lo que arroja un costo de $56 dado que el valor del kilowatt hora es de 4 pesos (aunque esto está aún desregulado para el consumo en automóviles). Valorizando los 7 L de combustible que consume el naftero, a $30 el litro promedio, resulta que para recorrer la misma distancia en un auto convencional estaríamos gastando $210. Frente a frente, con un auto eléctrico fueron necesarios $2856 de energía y en uno naftero se hubiese requerido $10.710.

Por: Agustín Lafforgue

FUENTE: DIARIO LA NACION/ARGENTINA

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