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Litio, el oro blanco de la Argentina

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Se producen en el país 40.000 toneladas anuales, pero esa cifra puede trepar pronto a 130.000 si rinden sus frutos las inversiones por US$ 1500 millones que se desembolsaron; los precios internacionales se dispararon en los últimos años.Litio, el tesoro de la Puna. Foto: Archivo .

La Puna argentina esconde en sus entrañas un tesoro que puede significarle al país miles de millones de dólares y convertirlo en uno de los mayores productores mundiales del mineral del futuro: el litio. Utilizable en baterías, medicamentos, vidrios y arcilla, así como en distintas aleaciones, este «oro blanco» ya atrajo inversiones por US$ 1500 millones, con las que se apunta a más que triplicar su producción actual, de 40.000 toneladas anuales.

Actualmente hay dos emprendimientos en producción, de los que se extraen alrededor de 40.000 toneladas al año entre los dos. Son Olaroz, de Sales de Jujuy, en Jujuy, que produce 17.500 toneladas, y Salar del Hombre Muerto, de FMC, en Catamarca, del que se sacan 22.500 toneladas. Esto representa el 16% del litio a nivel mundial.

Pero la Argentina puede llegar hasta 130.000 toneladas al año si se avanza en los proyectos que están en desarrollo: Salar del Rincón (Energy), en Salta; Cauchari (Minera Exar), en Jujuy; Olaroz (Orocobre), en Jujuy. Además, hay unos siete proyectos que están en etapa de prefactibilidad: Pozuelos (Salta); Salar de Ratones (Salta), Mariana 1, 2 y 3 (Salta), Centenario (Salta) y Gallego Project (Salta), Antofalla (Catamarca), Sal de Vida (Catamarca) y Tres Quebradas (Catamarca).

«Estamos en el momento adecuado del litio. El tren está llegando al andén y es el momento de subirnos a él», dice Daniel Meilán, secretario de Minería de la Nación. Según recuerda el funcionario, ya en 1960 el científico Luciano Catalano escribió el libro Boro, berilio y litio, una nueva fuente natural de energía, en el que hablaba del potencial de este mineral.

Meilán recuerda que en la década del 70 se empezaron a hacer estudios en el país, pero hasta 1997 no pasó más nada. En ese año vino una empresa pionera en el sector, FMC (una de las tres más importantes del mundo, junto con Albermarle y Soquimich), que empezó a interesarse en el tema. Pero no fue hasta la década de 2000, cuando apareció el tema de los celulares y las nuevas baterías, que el litio empezó a ser figura.

Marcelo Álvarez, presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), dice que hay tres datos importantes a tener en cuenta a la hora de analizar el auge del mineral más liviano del planeta: «Primero, la Argentina en 2016 aumentó 58% su producción de litio; segundo, se exportan dos tipos de este mineral, y tercero, desde 2015 hasta ahora, su precio se duplicó (la tonelada pasó de US$ 3400 a US$ 6800)».

No sólo eso alienta el nuevo boom del litio. Según un análisis de la Secretaría de Minería de la Nación, la demanda global de litio metálico en 2016 fue de 37.800 toneladas, un 13,5% mayor que la de 2015. Además, el uso del litio en baterías, con un 39% del mercado, desplazó del histórico primer lugar al de cerámica y vidrio, y se espera que para 2025 represente más de dos tercios de la demanda. «En este aspecto, se vislumbra un atractivo potencial de los salares sudamericanos, que poseen costos competitivos y gran disponibilidad de recursos», se puede leer en ese trabajo.

La Argentina, junto con Chile y Bolivia, forma el llamado «triángulo del litio» y se encuentra en cuarto lugar en cantidad de reservas probadas del mineral, detrás de Bolivia, Chile y China (algunos rankings la ubican tercera).

El país cuenta además y según el estudio de la Secretaría de Minería, con yacimientos de litio en pegmatitas (un tipo de granito caracterizado por sus grandes cristales de cuarzo, feldespato y mica) en etapa de exploración. «Esta potencialidad geológica se complementa con un marco legal atractivo y mano de obra calificada», se afirma en el trabajo.

Es más, de los tres integrantes del «triángulo del litio», la Argentina es la que está mejor perfilada para aprovechar este auge. ¿Por qué? Porque, según Meilán, Bolivia ahuyentó a las empresas mineras al exigir que prácticamente produjeran los autos eléctricos en territorio boliviano, y Chile tuvo un conflicto con la minera Soquimich por mal financiamiento de la política, lo que paró un poco su producción.

Waldo Pérez, CEO de Neolithium (empresa listada en la Bolsa de Toronto), que desarrolla el proyecto de Tres Quebradas, en Catamarca, comenta que el litio ha vuelto a ser un boom. «Hace siete años se hablaba de él porque había nacido el smartphone, entonces, la multiplicación de estos teléfonos inteligentes que requieren una batería de litio, hizo que se disparara el consumo de este mineral», explica el ejecutivo.

Pero lo que en estos momentos está ocurriendo es un fenómeno diferente: el punto es la electrificación de los automóviles. Para tener una idea, un auto eléctrico requeriría 2000 baterías de un teléfono celular (10.000 si se trata de un Tesla o autos eléctricos más avanzados). «Esto ha llevado a duplicar el precio del litio y esto es sólo el comienzo, puesto que la electrificación de los vehículos apenas está empezando, ya que está la voluntad política de eliminar los autos con combustible fósil, muy contaminante «, analiza Pérez. «Esto quiere decir que hasta 2025 hay que fabricar millones de autos eléctricos y eso va a requerir inmensas cantidades de litio», agrega.

Algo muy positivo es que la Argentina tiene mucho litio y eso le da una oportunidad histórica. «Ha sido bendecido con la varita mágica de los recursos naturales, porque no hay ninguna región en el mundo con tantos descubrimientos, con lo cual va a ser uno de los países productores líderes», enfatiza Pérez. «Yo no tengo dudas de que van a seguir viniendo inversiones. Nuestra empresa sola invierte un millón de dólares al mes, ya que construir una mina de litio cuesta, dependiendo del proyecto, no menos de US$ 300 millones», precisa.

En Sales de Jujuy, en tanto, cuentan que el gasto de capital para la etapa 1 en Olaroz (17.500 toneladas por año) fue de US$ 229 millones, mientras que el gasto de capital de la etapa para otras 17.500 toneladas (35.000 toneladas totales) será de US$ 160 millones. «La Argentina tiene un potencial significativo para la producción de litio con recursos de salmuera de alta calidad y salares como Olaroz estarán en producción durante muchas décadas», afirma Andrew Barber, gerente de Relaciones con Inversores de Sales de Jujuy.

Eso sí, no hay que pensar que el litio por sí solo va a salvar a la Argentina, puesto que es relativamente chica su dimensión en relación con otras explotaciones. Para tener una idea, Pérez cuenta que una sola mina de cobre, como Bajo de la Alumbrera, puede llegar a exportar US$ 680 millones al año y harían falta tres minas de litio para alcanzar ese volumen de negocio. Una mina de litio puede exportar anualmente entre US$ 100 y US$ 200 millones.

Además, hay que tener en cuenta que, si bien recientemente se dio cierta explosión de precios, el mercado del litio es aún pequeño comparado con el de otros minerales.

A la hora de hablar sobre lo que queda en el país, además de la mano de obra que generan los proyectos, hay que tener en cuenta que el Estado se lleva el 3,5% del valor en boca de mina de todo lo que se exporta en concepto de regalías, más impuestos a las ganancias e ingresos brutos.

Sin fábricas

Algo que se le critica a la actividad a nivel local es que es meramente extractiva y que no incentiva la instalación de fábricas de baterías en suelo argentino. Pero Meilán responde a eso con argumentos: «Eso es populismo puro, porque el desarrollo tecnológico no se compra en un kiosco. El único organismo público local que llegó al máximo de valor en el mundo ha sido la Comisión de Energía Atómica, que trabaja desde hace 70 años».

Según dice el funcionario, no se puede pretender tener ahora el desarrollo de baterías de litio, cuando recién hace unos pocos años que se puso el foco en este recurso. «Es voluntarista que se haga la máxima escala de valor agregado en este momento, mientras que otros países han estudiado el tema durante años», concluye.

Consultado sobre la posibilidad de que Sales de Jujuy instale una fábrica de baterías en el país, Barber fue muy claro: «En este punto, Orocobre se centra en la producción de materias primas clave para la fabricación de baterías». Álvarez, por su parte, cuenta que se están haciendo estudios para una fábrica de baterías y una fábrica de energía solar.

Daniel Bosque, del medio especializado en minería Mining Press, comenta que hoy lo más vendible en el planeta es apostar a las energías limpias, con el litio a la cabeza, pero no está claro que la integración vertical vaya a terminar en baterías de litio made inArgentina. «Acá, en la época más hipernacionalista, se decía que se iban a hacer baterías de litio, pero eso no ocurrió y, por una cuestión de división del trabajo, siguieron elaborándose en los países tecnológicos», recuerda.

Sólo para tener una idea de lo que pasa con la fabricación de baterías en el mundo, basta decir que, a mediados de 2016, Tesla anunció la construcción de la planta Gigafactory en Nevada, que tendría la capacidad de producir 500.000 baterías de ion-litio para automóviles a partir de 2018. «La escala permitiría la reducción de los costos y por ende la masificación del vehículo eléctrico», se explica en el trabajo de la Secretaría de Minería.

En tanto, en la Argentina, también en 2016, la empresa de tecnología Y-TEC (YPF 51%, Conicet 49%) firmó un acuerdo con la fabricante de baterías italiana FIB-FAAM y la empresa Jemse, por la cual se busca instalar una planta de celdas de litio en el país. La inversión estimada es de US$ 60 millones y se espera que la planta, con una capacidad de 96 MW/h de potencia, esté lista en 2018. El requerimiento de carbonato de litio para esta producción se estima en 68,6 toneladas anuales, que equivalen a menos de un día de la producción actual argentina.

El potencial está, así como la demanda mundial. Ahora sólo falta que se pongan en marcha los principales proyectos y que lleguen más inversiones para explotar al máximo el tesoro que se aloja en la Puna argentina: el «oro blanco» que, según dicen los que saben, moverá al mundo.

por Carlos Manzoni

Fuente: La Nación

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