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BIOMASA, UNA SOLUCION SOSTENIBLE

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Recurso natural /Su valor económico, social y medioambiental ha convertido a esta fuente de energía en una alternativa para calentar los hogares.

Foto: Los residuos forestales se usan para generar biomasa.

Leña, carbón vegetal, aserrín, virutas son productos que han sido tradicionalmente utilizados en talleres y hogares durante décadas, incluso siglos, para producir calor. Sin embargo, a partir de los años 60 del siglo XX, con la urbanización, el abandono de los pueblos y la reducción de la actividad en el medio rural, el origen de la principal fuente de calor ha ido pasando al gasoil y al gas natural, reduciendo el uso de la leña al ámbito rural. Sin embargo, hay una oportunidad única de recuperar y potenciar el uso de la biomasa forestal como una fuente de energía sostenible. Esto se debe a una combinación de factores.

Resulta fundamental para la preservación del medio ambiente, fundamentalmente por la reducción de emisiones de CO2 por la sustitución del uso de combustibles fósiles y por la valorización de determinados residuos biomásicos que contribuyen a convertir residuos potencialmente problemáticos en recursos. Además, supone un impacto positivo en la gestión de los ecosistemas (ligados, por ejemplo, a la reducción de los incendios forestales que se deriva de una gestión sostenible de los montes). Asimismo, la biomasa garantiza un modelo socioeconómico basado en el desarrollo sostenible y contribuye activamente a mitigar la gran amenaza de la sociedad actual: el cambio climático. También, en materia de política social, supone una oportunidad para la impulsión de la creación y mantenimiento de empleos asociados a modelos productivos innovadores, capaces de generar alto valor añadido, utilizando el capital humano y los recursos presentes en el territorio.

De esta forma, el aprovechamiento de las biomasas puede considerarse una efectiva herramienta para contribuir a la fijación de la población en áreas rurales y la dinamización de la economía de las comarcas fomentando el desarrollo rural y la vertebración territorial.

En este sentido, Navarra ha llevado a cabo durante los últimos años un apoyo decidido al uso de este tipo de energía, dado que la Comunidad es una de las regiones europeas con mayor superficie forestal: el 64%.

Para reforzar su apuesta por la progresiva implantación de la biomasa forestal como fuente energética renovable y local –alternativa a los combustibles fósiles para alimentar las redes de calefacción del parque residencial público y privado–, la sociedad pública Nasuvinsa, a través de su Agencia del Territorio y la Sostenibilidad Lursarea, está trabajando en dos proyectos europeos: Rehabilite y Promobiomasse. A su vez, la entidad pública también está inmersa en la construcción de la Central de Calor de la Txantrea, un proyecto vinculado a la rehabilitación energética de este barrio pamplonés, que dará suministro a las redes de calefacción y agua caliente de más de 4.500 viviendas y varios edificios dotacionales, utilizando la biomasa forestal como fuente de energía renovable. Además, el año pasado instalaron la primera caldera de biomasa en un parque de vivienda pública de alquiler en Sarriguren y en los edificios municipales de Ultzama.

Energía en auge

Entre los hogares, la biomasa es la renovable más usada por su capacidad de generar energía térmica. Según el Perfil Ambiental de España elaborado por el Ministerio de Transición Ecológica, la biomasa es la energía renovable más usada por los hogares con un 91%. Mientras que el informe anual de Indicadores de 2018, elaborado por el Ministerio de Agricultura, refleja que la biomasa que se emplea principalmente es leña y es mayoritariamente utilizada en los hogares para la calefacción, con el 89,1%, mientras que para el agua caliente sanitaria se utiliza el 9,9% y para cocinar el 1,1%.

Respecto a Navarra, el uso energético de pellets y astillas continúa ganando terreno, de manera que el sector cerró el año pasado con un volumen de negocio que alcanzó los 23,4 millones de euros, aportando a la cadena de valor de la madera 11,3 millones de euros.

Pero, en realidad, ¿qué es la biomasa? Se trata de la materia orgánica que encuentra su origen en el mundo vegetal o animal, sobre todo proveniente de los residuos y desechos orgánicos que pueden ser empleados para extraer energía de ellos. El principal uso que se le da a la biomasa es la generación de calor, pero no solo está destinada a urbanizaciones y viviendas residenciales sino también a edificios públicos, centros deportivos, complejos comerciales e incluso industrias.

Entre las principales ventajas o beneficios destacan el precio, que puede costar un tercio del valor del carbón o el petróleo; la menor dependencia de los combustibles fósiles; poco contaminante, ya que apenas contamina el medio ambiente, por lo que ayuda a mejorar la calidad del aire y a reducir los efectos del cambio climático; la abundancia de esta fuente energía renovable; o la creación de empleo en zonas rurales.

Aplicaciones térmicas

La aplicación más común de las instalaciones que utilizan biomasa como combustible para la producción de energía térmica consiste en la generación de calor y de agua caliente sanitaria, pero también se puede utilizar para refrigeración.

Por su parte, en el mercado, podemos encontrar diferentes tipos de calderas de biomasa, como las calderas de policombustible, las calderas de pellets o las calderas de astilla. En función del tipo que escojamos variarán los sistemas de almacenamiento, el transporte y la manipulación. Las calderas de policombustible son aquellas que nos permiten utilizar más de un tipo de combustible. De esta manera, podríamos mezclar los tipos de biomasa que empleamos. Sin embargo, con las calderas de pellets o las calderas de astilla, solo podemos utilizar el que su propio nombre indica. Debido a su mayor potencia y capacidad de almacenamiento, las calderas de policombustible suelen tener un uso industrial. Por el contrario, las calderas de pellets o las calderas de astilla suelen utilizarse en los hogares.

En cuanto a las calderas de pellets, éstas se alimentan con combustibles fluidos (pellets), que se absorben por succión o por tornillo. Su potencia es media y generan tanto calefacción como agua caliente sanitaria. Son adecuadas para viviendas que no superen los 500 m2. Por último, las calderas de astilla poseen también una gran potencia, incluso mayores de 500 kW. Se diseñan específicamente para el combustible que se vaya a emplear y están totalmente automatizadas.

No obstante, las calderas de biomasa, independientemente del tipo de caldera, requieren disponer de un lugar amplio y seco para el almacenamiento de biocombustible.

POR NATALIA BIURRUN

FUENTE: NOTICIAS DE NAVARRA

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