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La energía es imprescindible para el desarrollo y crecimiento de un país: toda la sociedad y calidad de vida dependen de ella. El 14 de febrero se celebra el Día Mundial de la Energía, lo que nos lleva a pensar en el consumo de energía como uno de los grandes medidores del progreso y bienestar de la comunidad.
En este contexto, no podemos desconocer el impacto negativo de la generación de energía por fuentes no renovables (petróleo, carbón y gas), siendo ésta una de las principales causas de los problemas ambientales a los que nos enfrentamos.
Según uno de los últimos informes anuales del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), más de un tercio de la población mundial no tiene acceso a las formas avanzadas de energía, y los 30 países más desarrollados del planeta- que representan un 15% de la población total- consumen más del 60% de estas formas modernas de energía. Se calcula que, aproximadamente, el 80% de la energía se produce a partir de combustibles fósiles; un 36% de ésta proviene del petróleo y solo un 2% proviene de energías renovables.
Durante el desarrollo de la última edición de la Conferencia de la Juventud (COY 14) que se llevó a cabo en Argentina, referentes de organizaciones ambientales hicieron hincapié en la necesidad de allanar el camino hacia la “transición justa”, aspirando a un sistema productivo libre de carbono en todos los sectores económicos, fundamentalmente en el sector energético, considerando que, junto al transporte y a la industria, resultan los principales responsable de las emisiones de dióxido de carbono.
La transición del sistema energético hacia la implantación de fuentes energéticas renovables y hacia uno uso eficiente de la misma, está configurando un nuevo tejido de empresas y de actividad económica generadora de empleo en múltiples sectores (industria, energía, forestal, entre otros), así también como un incremento de los denominados empleos verdes: aquellos que contribuyen a preservar y restaurar el medio ambiente, tanto en sectores tradicionales como en sector emergentes.
Hoy estamos recorriendo el camino hacia un modelo energético sostenible, una transición que debe hacerse de manera paulatina y con el desarrollo de planes y acciones estratégicas. Estos desafíos nos llevan a una transformación del sector energético, donde gobiernos y empresas privadas comienzan a trabajar para concretar este nuevo modelo, centrando sus esfuerzos en incrementar el porcentaje de fuentes renovables y visualizando un futuro bajo en carbono.
Apoyar la penetración de las energías renovables supone una serie de condiciones, aunque resultan claves dos puntos urgentes: la formación de profesionales con las capacidades para desarrollar este nuevo escenario sostenible y un cambio de foco que nos permita comprender la finitud de los recursos naturales.
Por Mgter. María Carolina Ulla, Directora de la Lic. en Ambiente y Energías Renovables de Universidad Siglo 21