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Ganador: Efraín Szuchet. Finalistas: Alejandro Malgor y Carlos Verdi
Más allá de la rentabilidad, perseguir objetivos sociales y ambientales es el propósito de muchas empresas. La ganadora Diaser fue fundada en 1962 por Efraín Szuchet, un inmigrante polaco. En un primer momento, la compañía se dedicaba al trabajo de agroindustria tradicional, como cultivos, hacienda y leche, pero se reconvirtió en una firma de energías renovables con un fuerte foco en biocombustibles y paneles solares. «Lo importante es ver que es lo que realmente necesita el país. En este momento son las renovable: hay que buscar cuestiones aptas para dar trabajo y sustentabilidad a todo los que nos rodea y reinvertir todo lo que se puede para seguir adelante», dijo Szuchet en diálogo con la periodista Carla Quiroga.
Xinca, otra de las finalistas, recibió también una mención especial a «la inclusión sustentable». Es una iniciativa que tres amigos mendocinos emprendieron en el año 2012. A partir de neumáticos reciclados, crea calzados urbanos o de trabajo. Para fabricarlas, emplea a personas en talleres sociales o en cárceles, y así da oportunidades donde no abundan.
Finalmente, la firma Iatasa fue preseleccionada por sus proyectos de ingeniería y dirección de grandes obras de infraestructura en todo el país. Se define por vender «materia gris», no por el color del asfalto sino por el cerebro que planifica, diseña y desarrolla los grandes proyectos.
FUENTE: LA NACION