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Si bien en menos de dos años de gestión la administración de Mauricio Macri ha logrado lanzar tres rondas licitatorias en torno a las energías renovables, no por ello debe perderse de vista lo que está ocurriendo en el resto del mundo. Con ello busco referirme principalmente a la fuerte desaceleración registrada en torno al ritmo de inversión en energías renovables.
Siguiendo con dicho punto, variadas fuentes coinciden en que el año 2016 comparado contra el año anterior marcó un descenso de aproximadamente 16/18% de la inversión global en energías renovables. A tal efecto, para ello se señalan tres causas principales: (i) fuerte caída en el precio del equipamiento, (ii) recorte de subsidios y (iii) absorción de la capacidad instalada. Mientras que la primera de las causas afecta de manera casi homogénea a todos los países, la segunda y tercera responden más que nada a la coyuntura de cada país en particular.
A tal efecto, España es un claro ejemplo del overshooting en energía renovable: mientras que en el año 2008 llegó a liderar el podio de las inversiones a nivel global tan sólo años más tarde un cóctel que supo combinar fuertes recortes de la ayuda pública y absorción de la gran capacidad instalada llevó a que entre los años 2013 y 2015 su potencia eólica creciera tan solo un 0,07% y su potencia solar fotovoltaica un 0,3% .
Ahora bien, y yendo a la primera de las causas fuerte caída en el precio del equipamiento, parecería ser entonces que las energías renovables se encuentran padeciendo un problema similar al que viene sufriendo el petróleo en los últimos años. A tal efecto, se debe puntualizar que si bien el fuerte desarrollo de las energías renovables se ha venido dando en gran medida por el cambio de paradigma y la mayor conciencia de los riesgos medioambientales, el factor clave de la ecuación ha sido la considerable ayuda brindada por los respectivos gobiernos (en ese sentido, las ayudas públicas dirigidas a subsidiar más bien la oferta antes que la demanda han sido las responsables ineludibles de convertir a las energías renovables en una nueva oportunidad de negocio). Años más tarde, y en una etapa de mayor madurez a nivel mundial de dicho negocio, el repliegue del gobierno en la mayoría de los Estados ha generado entonces que los jugadores privados que son quienes ofertan tengan que entonces afrontar personalmente una mayor inversión o, dicho en otras palabras, un mayor riesgo.
Consecuentemente, la convergencia del retiro de las ayudas estatales y de la caída drástica del precio del equipamiento ha redundado en la reducción de los márgenes que se puedan obtener en el negocio, generando naturalmente que la inversión en energías renovables no sea tan atractiva como lo era antes. Por último, también se ha señalado al estancamiento del precio de uno de sus competidores, el petróleo, como otro factor clave para la desaceleración de la inversión, lo cual ha puesto mayor presión del lado de la demanda dado que quienes consumen energía se volcarán naturalmente a las fuentes más baratas.
En fin, todo este contexto no debe asustar a quienes localmente apuestan al desarrollo de las energías renovables dado que inexorablemente el mundo, si pretende subsistir para las próximas generaciones, deberá continuar en el camino de ir reemplazando aquellas fuentes más contaminantes de generación de energía. Consecuentemente, la tarea del Gobierno y me refiero a todas las áreas del gobierno, no solamente al Ministerio de Energía y Minería de la Nación deberá residir principalmente en crear las condiciones necesarias para canalizar hacia la Argentina la inversión privada en proyectos que permitan al país acortar la gran distancia que guarda, en esta materia, con los países desarrollados.
IGNACIO ROSENFELD
Socio de FR & Asociados
Fuente: Cronista