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Energías Renovables en Argentina, la energía como insumo y negocio

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La familia Blaquier Arrieta no es una improvisada en el rubro energético. A la reciente creación de Ledesma Renovables, se suma Bio Ledesma, dedicada a la deshidratación de alcoholes para cortar con naftas y la producción de biomasa para reemplazar el uso de gas.

Los dominios de la agroindustrial Ledesma suelen medirse en hectáreas, pero bien podría hacerse en megavatios. El holding de la familia Blaquier Arrieta genera más del 50% de la energía que consume su complejo industrial, en Jujuy, a través de la biomasa; y despacha un 10% de los alcoholes deshidratados que demanda el corte obligatorio con las naftas en todo el país.A su vez, acaba de sumarse a una larga lista de familias empresarias argentinas con intereses en el negocio de las energías renovables. Al igual que los Miguens Bemberg, Escasany y Caputo, con Sadesa; Mindlin, a través de Pampa Energía; los Götz, vía Capsa-Capex; o el clan Brito-Carballo, con Genneia; los hermanos Blaquier Arrieta harán su incursión en este rubro en auge, a través de Ledesma Renovables, una firma donde ostentarán el 53% del capital social y el resto pertenecerá a la firma inglesa Eternum Energy.

El autoabastecimiento como meta

El lazo más antiguo de Ledesma con el negocio energético data de 1994, cuando se incorporó a la Unión Transitoria de Empresas (UTE) Aguaragüe, para la extracción de gas y petróleo en Salta. De la mano de socios de gran porte, como Tecpetrol, YPF y ExxonMobile, participa en este consorcio, donde aún conserva su 4% de las acciones, para acceder al gas de primera mano.

«Ante la necesidad de buscar nuevas fuentes de energía por las interrupciones en el suministro del gas o su elevado costo, decidimos avanzar en el proyecto de generación de biomasa, a partir de la incorporación de los rastrojos de la cosecha de caña», resalta Jorge Gómez, gerente departamental de Cañaverales de Ledesma, y sigue: «A partir de cada cosecha, quedan de 15 a 18 toneladas de restos de caña por hectárea. La mitad se deja para abono del campo y una cobertura que busca conservar la humedad del suelo, y el resto se destina al armado de fardos que, luego, se utilizarán para alimentar las calderas». Hoy, sobre un 30% de las más de 41.000 hectáreas sembradas con caña, se recolecta la también llamada mal-hoja, es decir, son unas 150.000 toneladas por zafra. «Es lo que nos permiten quemar las tres calderas que tenemos adaptadas para ese fin», dice el ejecutivo de la firma que, en 2011, destinó cerca de u$s 23 millones a incorporar una tercera caldera al sistema de generación.

La combinación de ese rastrojo con el bagazo y chips de madera permite suministrar más del 50% de la energía que demanda el complejo industrial de la firma. Los insumos para tal fin provienen en su totalidad de la propia producción de Ledesma.

«El bagazo es el residuo orgánico del prensado de la caña y utilizamos unas 600.000 toneladas cada año, mientras que, a partir de 380 hectáreas de bosques, esperamos obtener unas 8.000 toneladas de chips de madera», explica Miguel Ullivarri, gerente de Medioambiente. La interacción de los tres insumos alimenta las calderas que calientan agua hasta generar el vapor que hace girar las turbinas para la generación eléctrica a razón de 26.000 kW aproximadamente, equivalente al consumo de 55.000 hogares. Una cifra similar a la electricidad que el grupo genera a partir del consumo de la red de gas.

Calentando motores

Bio Ledesma es la sociedad que el holding creó para participar de la producción de alconafta a partir de 2010. Tras una inversión en el orden de los u$s 6,8 millones, avanzó un paso en la cadena alcoholera para reducir del 4 al 0,5% la presencia de agua en el alcohol, un proceso que se logra a través de la deshidratación, y así poder abastecer con este insumo a las refinadoras de petróleo.

Fernando del Pino, gerente de la Operación Azúcar y Alcohol de Ledesma, repasa el proceso por el que se obtiene, en una primera instancia, el alcohol. «La extracción de azúcar a partir de exprimir caña en los trapiches genera melaza, base de la producción de alcohol, a partir del agregado de levaduras. En una torre de destilación, se obtienen alcoholes de distintas calidades y un residuo rico en potasio, llamado vinaza, con el que se riegan alrededor de 10.000 hectáreas», dice. «Para que la melaza pueda transformarse en alconafta es necesario someterlo a una deshidratación, es decir, reducir el porcentaje de agua del 4 al 0,5% a partir de un proceso con moléculas que, al pasar el alcohol de forma vaporizada por el tamiz, da como resultado alcohol deshidratado.»

Bio Ledesma tiene a la melaza como materia prima, pero también se abastece de jugo de caña, en una combinación que suele oscilar entre un 20 y hasta 50% de este último.

El procesamiento de 4 millones de toneladas de caña, cada año, genera unos 38 millones de litros de melaza, el resto de la producción de Bio Ledesma se obtiene del jugo con el procesamiento de la caña. «En 2016, hicimos 340.000 toneladas de azúcar y 97 millones de litros de alcohol, una enorme mayoría destinado a alconafta«, repasa del Pino. «Las refinadoras, como Shell y Refinor, pagan a razón de $ 14 el litro de alcohol, incluso, muchas veces el negocio de alcoholes resulta más rentable que la obtención de azúcar refinada», afirma. El tándem azúcar-alcohol aún representa más de un tercio de la facturación anual de Ledesma, según los balances presentados ante la Comisión Nacional de Valores.

En el horizonte cercano, Ledesma Renovables se erige como la próxima hazaña energética del holding. En principio, se desembolsaron u$s 2,2 millones para poner en marcha la sociedad que comenzó a evaluar alternativas para presentarse en el RenovAr II, básicamente con energía solar, en las provincias de La Rioja, Catamarca y Jujuy.

A pesar que desde la firma aún prefieren reservarse los montos de inversión que implicará su desembarco en el negocio solar, la reciente fallida adquisición del ingenio Concepción, en Tucumán, donde pensaban desembolsar alrededor de u$s 70 millones, da una pista del tamaño de su billetera.

Pequeño imperio entre cañas

El kilómetro 1.253 de la Ruta Nacional 34 esconde el ingreso al corazón de uno de los mayores grupos económicos del país, compuesto por media docena de plantas industriales, y varias más de oficinas, casas y predios. Todo allí tiene un mismo dueño: Ledesma. Ningún cartel señala la llegada, pero las chimeneas dan la bienvenida unos kilómetros antes.

Ledesma, propiedad en un 91% de la familia Blaquier Arrieta, es sinónimo de azúcar. De hecho, aún refina una de cada seis toneladas que se producen en el país y es líder en los despachos de azúcar fraccionada, con un 26% del mercado. Pero, sus tentáculos van mucho más allá. Con la mira en la diversificación y maximización de su productividad, hoy, elabora jugos, aceites, alcoholes, bioetanol, glucosa de maíz, papel, frutas, granos, carne, madera y energía.

En el último ejercicio anual, cerrado el pasado 31 de mayo, esta empresa con casi 8.000 empleados, facturó un 41% más que el año previo: $ 10.693 millones.

por FACUNDO SONATTI

Fuente: Diario El Cronista

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