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Las energías renovables vienen mostrando un crecimiento exponencial en la mayoría de los países del mundo. No solo se expanden, sino que lo hacen más rápido que las energías convencionales. En el último año, las energías renovables explicaron el 97% de la ampliación de la capacidad de generación de energía eléctrica a nivel mundial. Las energías renovables son aquellas que utilizan recursos que no son de origen fósil e incluyen a la energía eólica, la solar fotovoltaica, la geotérmica, la biomasa, la mareomotriz y la pequeña hidráulica.
Diversos son los motivos por los cuales las energías renovables están creciendo aceleradamente, como el interés de los gobiernos por tener seguridad energética y por el cuidado del medio ambiente, que los impulsa a aplicar políticas para fomentar este tipo de energías. Pero el principal motivo es que las energías renovables ya son una opción competitiva frente a las energías convencionales. En particular, la energía solar fotovoltaica es la que viene mostrando una disminución significativa de costos: solo en el último año las celdas fotovoltaicas redujeron sus precios en un 8%. Eso se refleja en el precio final de la energía eléctrica despachada. Para dar un ejemplo, en Chile se adjudicaron contratos el año pasado por 29 u$s/MWh.
En la Argentina las energías renovables no tienen todavía un espacio significativo, solo el 2% de la generación eléctrica proviene de recursos renovables. Sin embargo, se espera que esto cambie a muy corto plazo producto de la aplicación de la nueva Ley de Energías Renovables, sancionada a finales del 2015, que estableció ambiciosos objetivos de consumo eléctrico de fuentes renovables.
De acuerdo al nuevo marco normativo, la Argentina deberá contar con el 8% del consumo de energía eléctrica de fuentes renovables para diciembre de 2017 (que se fiscalizaría en diciembre de 2018) y deberá alcanzar al 20% para 2025. Establece que las metas deberán ser cumplidas individualmente por los grandes consumidores de energía.
Ese grupo está conformado por empresas privadas -no sólo grandes sino también Pymes – y por instituciones públicas que tengan un consumo por encima de un umbral determinado (definido por una demanda de potencia mayor o igual a 300 kW). Para cumplir las metas, estos sujetos podrán optar por autogenerar o contratar la compra de energía de fuentes renovables a generadores o comercializadores privados o proveerse de Cammesa.
Cammesa deberá garantizarse la disponibilidad de energía renovable, tanto para ofrecer contratos de provisión a grandes usuarios como para abastecer al resto de los consumidores. Para avanzar en ese sentido, se han celebrado recientemente dos licitaciones para la adjudicación de proyectos de generación de energía renovable (Renovar 1 y Renovar 1.5). Con los proyectos adjudicados se podrá incrementar la oferta y generar el 3,5% de la energía eléctrica con fuentes renovables para fines de 2018. Pero recién en 2019 generarían lo suficiente para alcanzarse al 8%.
¿Hay alguna alternativa para llegar al 8% en 2018?
La única manera de acelerar el incremento de la generación de energía eléctrica de fuentes renovables es fomentando la generación distribuida. Es decir, impulsando la instalación de sistemas de generación en empresas y en hogares. El otro camino es a través de la incorporación de parques de generación solares y eólicos de pequeña y mediana envergadura para el abastecimiento de la demanda eléctrica local.
Para que sea posible avanzar en estos caminos, se requiere, en primer lugar, establecer un marco normativo que permita que un consumidor que disponga un sistema de autogeneración pueda vender la energía no consumida (figura denominada prosumidor) y que exista un mecanismo de incentivos tarifarios para que sea atractivo el ahorro de electricidad y la venta del sobrante. En segundo lugar, es necesario habilitar la posibilidad de realizar contratos de compra-venta de energía eléctrica entre privados para favorecer la instalación de parques de pequeña y mediana envergadura. Y, por último, es clave incorporar instrumentos específicos para fomentar las inversiones en autogeneración y en pequeños parques de generación eléctrica que produzcan energía para abastecimiento local.
Las ventajas de impulsar la generación distribuida no se resumen solamente en ampliar la oferta de energía renovable para cumplir con la ley. Se trata de una alternativa que reduce la necesidad de obras en las redes de transporte de energía eléctrica, que favorece las inversiones nacionales, que moviliza mano de obra local, que impulsa la investigación y desarrollo y que puede inducir la fabricación local de componentes para los pequeños parques de generación eléctrica.
por Evelin Goldstein
Fuente: El Cronista