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China: de gigante contaminante a abanderada de la revolución renovable

#China #solar  Las #energíasrenovables serán la fuente de #energía más barata en todo el mundo en apenas 10 años.

#Pekín, primera ciudad china cuyas centrales eléctricas están alimentadas sólo con energía limpia.Turbinas en Nan’ao, provincia #Guangdong, China EFE EXPANSION.

Su enorme crecimiento económico ‘obligó’ a la superpotencia a recurrir al petróleo y, sobre todo, al carbón para abastecerse, pero sus esfuerzos por revertir esta situación de dependencia empiezan a dar frutos y la han consagrado como el país que más invierte hoy en energías ‘limpias’.

El extraordinario e imparable crecimiento económico del China durante las últimas décadas hizo del país una superpotencia, pero este ‘milagro’ trajo consigo una parte negativa: el gigante asiático recurrió a los combustibles fósiles para alimentar su enorme voracidad energética, lo que le convirtió en el mayor emisor de CO2 del mundo. Ahora se ha propuesto cambiar las tornas y reducir al máximo la contaminación apostando en firme por las renovables.

Para que nos hagamos una idea, a parte de alzarse como el mayor importador de petróleo del mundo, la presencia del carbón en el mix eléctrico chino alcanzó el 75% a finales de la década de los ochenta, una dependencia de tal magnitud que, prácticamente, llevaba al país a proyectar la construcción de una nueva central de este tipo cada semana.

La situación se volvió insostenible -tanto a corto como a largo plazo- por lo que el Gobierno decidió tomar cartas en el asunto y hacer caso a las presiones de la comunidad internacional (volcada con los problemas ambientales y consciente del avance irrefrenable del cambio climático) y de la ciudadanía (hastiada por la pésima calidad del aire y sus mortíferas consecuencias).

Paralizar el carbón

Una de las primeras medidas que Pekín puso en marcha fue un programa de ahorro energético que obliga desde 2006 a recortar emisiones a las mil compañías más contaminantes de la nación, pertenecientes en su mayoría a sectores como la industria petroquímica, la cementera o el textil. Diez años después, y siempre con sus inaceptables niveles de polución en mente, optó por echar el freno y rebajar hasta el 6,5% anual su crecimiento económico (frente al 9-10% que alcanzó décadas atrás).

Así, China consiguió recortar hasta el 62% la aportación al mix del carbón, su mayor y más perjudicial enemigo. Suponía el tercer año consecutivo de descensos y el porcentaje más bajo desde 1949, pero era una cifra aún desmesurada. Por ese motivo, en septiembre de 2016, el Ejecutivo tomó una decisión más drástica hasta el momento y paralizó la construcción de más de cien centrales térmicas de carbón.

Renovables al poder

El camino que llevaba a la difícil -y aún lejana- despedida del este combustible fósil empezaba a tomar forma, pero lograr que las fuentes ‘verdes’ proporcionen un 20% de la energía consumida en el país en 2030, no pasa únicamente por dejarlo en un segundo plano o desterrarlo, como ya se ha hecho en la ciudad de Pekín. La transformación ‘verde’ requiere un cambio más profundo.

Para conseguir esa ambiciosa meta, el Gobierno anunció en 2016 que en los próximos tres años se desembolsarían 360.000 millones de dólares De hecho, los recursos que ya se destinaron a las energías verdes el año pasado hicieron que China acaparara el 17% de la inversión total en este sector en todo el mundo, convirtiéndose en el mayor impulsor global de las renovables.

Además, según un informe de Greenpeace, la afición por las centrales de carbón ha dado paso a un interés irrefrenable por las fuentes ‘limpias’. La organización calcula que, cada hora, China erige una turbina eólica e instala suficientes paneles solares como para cubrir un campo de fútbol. Eso sí, el estudio señala que la falta de infraestructuras para llevar esa energía donde verdaderamente se necesita hizo que, aproximadamente, un 19% de la energía eólica generada en los tres primeros trimestres de 2016 se desperdiciara.

Los esfuerzos de China en este terreno han logrado que corone el ránking de países más atractivos para invertir en el sector renovable (elaborado por E&Y), han generado un total de 3,64 millones puestos de trabajo (según la Agencia Internacional de Energías Renovables) y, si se cumple lo proyectado por el Ejecutivo, también reducirán un 54% las emisiones de CO2 de la superpotencia en trece años.

Así las cosas, aunque el gigante asiático aún está lejos de poder vivir un día sin carbón, como ya logró Reino Unido, está sentando las bases para desprenderse de ese lastre contaminante forjado a base de décadas de descontrol y quizás, quien sabe, liderar en el futuro la revolución ‘verde’.

POR SARA H. ASENADOR

Fuente: Expansión

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