La firma creada por Ginger Ofmann y Olivier Doncker importa y vende #termotanquessolares domiciliarios. También dicta #cursos para la instalación de equipos, que son donados a instituciones comunitarias.
Casi la mitad de los hogares argentinos (5,4 millones, según el censo 2010 del Indec) no tienen acceso a la red de gas natural y deben calentar el agua para bañarse y cocinar recurriendo a alternativas más costosas que el tarifazo como son las garrafas; o más riesgosas, como la leña o el carbón.
Para muchas de estas familias, el aprovechamiento de la energía solar fotovoltaica (para producir electricidad) o termosolar (para calentar agua y climatización) es una opción técnicamente accesible y que podría mejorar su calidad de vida.
Tras varios años de trabajo en organizaciones sociales, Ginger Ofmann empezó a investigar los beneficios de la energía termosolar como alternativa de inclusión para aquellos hogares sin acceso a redes de gas natural. Y, a fin de 2014, junto a Olivier Doncker, técnico francés que había trabajado en energías renovables en su país, crearon Soleventus, una empresa social enfocada en impulsar el uso doméstico de las #energíasrenovables.
Los comienzos no estuvieron exentos de tropiezos, y los emprendedores debieron cambiar los planes de negocio sobre la marcha. En principio, la intención era producir equipos de energía tanto solar como eólica de baja potencia. A poco de andar, se dieron cuenta de que los equipos eólicos de baja potencia tenían complicaciones mecánicas y requerían de una altitud poco frecuente en los hogares para funcionar bien, por lo cual los descartaron y se enfocaron en esta primera instancia en la energía solar.
Pero pronto se percataron de que -por una cuestión de escala y disponibilidad de tecnología- les convenía importar de Asia más que fabricarlos en el país. «Fue un dilema importante porque nuestra intención era crear empleo local a partir de las renovables. Pero decidimos enfocarnos en la capacitación para la instalación y mantenimiento de estos equipos, que crean tanto empleo como su fabricación», dice Ofmann.
Sorteando obstáculos
Así, con una inversión inicial de u$s 30.000 (fondos propios), ordenaron la importación de una primera partida de termotanques solares. Y allí enfrentaron una barrera adicional. «Nos rechazaron la DJAI (declaración jurada anticipada de importación, mecanismo de control del comercio exterior que estuvo vigente hasta diciembre de 2015), y tuvimos que recurrir a otra empresa que, al tener saldo exportador, podía traer estos equipos de afuera», cuenta la emprendedora.
En 2015 comenzaron a organizar los cursos de instalación con los primeros equipos. Y aquí un contratiempo adicional: hay pocos profesionales capacitados para enseñar la instalación de termotanques solares, dado que, si bien es una tecnología muy difundida en el mundo, en la Argentina su uso es aún incipiente.
Como contrapartida, en el país hay muchos interesados en capacitarse, por lo que los cursos pronto fueron un éxito. Los encuentros son mensuales e intensivos, de una jornada y media. Su costo varía entre $ 900 y $ 1.300, incluyendo los materiales. Están dirigidos a electricistas, gasistas, albañiles y cualquier persona con algún conocimiento técnico previo. Son fundamentalmente prácticos, y se realizan en alguna institución comunitaria (escuela, comedor, club), donde se deja instalado el equipo como donación.
Para obtener la certificación de instalador autorizado, es preciso, además del curso, hacer dos instalaciones más como ayudante.
Accesibles a todos
Los equipos que comercializa Soleventus tienen un costo aproximado de $ 7.500 (un termotanque familiar, de 150 litros). Para hacerlos más accesibles a las familias, la firma ofrece financiación en 12 cuotas con pago online a través de tarjetas de crédito. «En zonas donde la alternativa es comprar garrafas, el repago de estos equipos se logra en dos años y tienen 15 de duración», apunta Ofmann.
Según la zona, los termotanques pueden tener un uso de nueve meses, y los tres restantes su uso debe complementarse con electricidad o gas de garrafa. «La tecnología utilizada, de tubos de vacío, ofrece mayor eficiencia que la tecnología de placas planas (mayormente utilizada por los fabricantes nacionales de equipos), dado que tiene mayor aislación y conserva por más tiempo el calor», agrega.
La emprendedora destaca que «como este es un negocio que recién se inicia, siempre tuvimos un crecimiento positivo. Pero, a partir de este año, con el aumento de las tarifas de gas, recibimos más consultas, tanto de particulares como de establecimientos comerciales e industriales».
La nueva Ley de Energías Renovables, sancionada en 2015, establece que grandes usuarios (comercios e industrias) están obligados a incorporar un 8% de energía renovable a su consumo eléctrico, sea a partir de la compra de este tipo de energía a Cammesa o generándola con recursos propios. En vista de este nuevo mercado, Soleventus comenzó a importar termotanques de uso industrial y a ofrecer capacitaciones para estos equipamientos.
La empresa crece en base a la reinversión de utilidades y está tramitando su certificación como empresa B (ver recuadro). El objetivo es comercializar los equipos y llegar con los cursos a todo el país, sin abandonar la idea de fabricar termotanques solares y otros dispositivos de energías renovables localmente en el futuro.
Para tener en cuenta
– Año de fundación: 2014.
– Empleados: 2 socios más docentes e instaladores.
– Inversión inicial: u$s 30.000.
por MARÍA GABRIELA ENSINCK
Fuente: Cronista