Qué necesita el sector del #campo en materia de inversiones, infraestructura y financiamiento; qué sucederá con los #cultivos, la #carne y la #leche; los nuevos destinos de #exportación, la marca país y la ansiada mejora en la competitividad.Foto: Vicente Marti.
Un soplo de optimismo fue lo que trajo el cambio de ciclo al campo argentino. Con la quita y baja de retenciones, y el fin a las trabas para exportar, el sector todavía intenta acostumbrarse al nuevo escenario de producción. En ese marco, funcionarios, referentes del sector y empresarios conversaron sobre las perspectivas para el sector agrícola y ganadero en la primera edición de «Negocios del campo», organizado por LA NACION.
Las conversaciones estuvieron marcadas por tres grandes temas: la innovación, la integración y la coyuntura macroeconómica. Sectores en crisis, algunos en recuperación, sorpresas que la cosecha del primer semestre dejó e inversiones en la provincia de Buenos Aires fueron algunos de los puntos altos de las entrevistas y los paneles.
El campo está viviendo una transformación a nivel global en materia de tecnología e innovación con mejores semillas y maquinaria y el uso de datos para una mejor predicción del clima y la cosecha. En este escenario global, ¿cómo puede la Argentina impulsar su agroindustria una vez finalizado el boom de las commodities? ¿Tiene posibilidades de volver a ser «granero del mundo» en formato industrial? Estas son sólo algunas de las cuestiones más relevantes sobre las que giró el debate y que aquí se resumen en 20 claves para entender al campo que viene.
Mercados
Más destinos y menos trabas, la fórmula para ser el «supermercado del mundo»
«Tan importante como la innovación es la integración [al mundo] -dijo Gustavo Grobocopatel, presidente de Los Grobo-. Si vos tenés barreras, te limitan mucho.» Dijo que la Argentina «no podrá ser supermercado del mundo» si tiene «aranceles crecientes de acuerdo al valor agregado que tiene la producción», y describió la gira de Macri por Europa como «fundamental» para negociar mejores condiciones. Pidió celebrar, además de la Independencia, el «Día de la Interdependencia». En tanto, Ricardo Buryaile, ministro de Agroindustria, hizo un repaso por todos los mercados que se abrieron en los últimos meses, como el de limones de Tucumán hacia Estados Unidos -paralizado en 2001 por un pedido de productores del cítrico oriundos de California-. Por otro lado indicó que intentarán negociar más exportaciones de carne vacuna hacia América del Norte.
2020
Las expectativas para el sector y la posibilidad de reinserción en el mundo
Ernesto Ambrosetti, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina, auguró un país que volverá a ser «nuevamente respetado a nivel mundial como ofrecedor de alimentos y de energía renovable» con «certificación, calidad y trazabilidad». Además pidió aprovechar «todos los nichos y todos los sectores del mundo» a los que hoy se puede llegar con productos «diferenciados, sanos e inocuos». «El campo va a ser pionero en la recuperación económica de la Argentina de los próximos años -añadió Juan Curutchet, presidente del Banco Provincia-. Primero porque tenía la bota del Estado encima y se la quitó, hay reglas del juego mucho más racionales y cambió el clima.» Y señaló que esto ya se comprueba por la demanda para producir más. «Tenemos un entramado industrial que da valor agregado y que debería ser la estrella de los años venideros», completó.
Marca país
Definir la identidad y las ventajas de la Argentina como productor de alimentos
«El futuro de la producción de alimentos para el mundo pasa por América del Sur: Estados Unidos come todo lo que produce, Europa es cada vez más un gran jardín, África tiene agua y tierras, pero no tiene muchas cosas para ser realmente productiva», explicó Ricardo Yapur, CEO de Rizobacter, y añadió: «Hay un triángulo imaginario entre San Pablo, Santa Cruz de la Sierra y Bahía Blanca de donde va a salir la comida del mundo, porque hay tierra, agua y una población lo suficientemente educada para entender las nuevas tecnologías». El productor tambero Fernando Zubillaga agregó que también hay «paz», un bien «no menor» en esta época. Por otro lado, un símbolo de la Argentina busca reafirmar su identidad en el mundo: «El vino argentino tuvo una expansión favorable basada en el malbec y hoy tenemos que darle una vuelta de sofisticación», aclaró Juan Pelizzatti, socio gerente de Chakana Wines.
Lácteos
El sector se encuentra en «situación terminal», según los productores
Arcor compró parte de La Serenísima y Vicentín una unidad de negocios de Sancor: las últimas adquisiciones para que empresas lácteas salgan a flote demostraron que el sector aún continúa en crisis. Para Buryaile, el problema no se le puede atribuir a una sola fuente: puede haber inconvenientes tanto en la cadena como en los productores. «El problema de la producción láctea se agravó por la crisis de algunas grandes de la industria y la retracción en el mercado internacional. La industria tenía un sobrestock de 70.000 toneladas. Hubo una mejora en los precios, pero no lo suficiente como para cubrir a los productores», continuó. Explicó que el Gobierno está trabajando en la apertura de mercados. «Producimos para 400 millones de habitantes y somos poco más de 40. La alternativa es abrir mercados: si no lo hacemos va a haber una depresión de los precios internos», concluyó.
Carne
Se pasó de 60 a 48 millones de cabezas y de 750.000 a 150.000 toneladas exportadas
«El Norte todavía tiene una capacidad de producción de carne con un techo muy alto. Va a llevar mucho tiempo, pero hay un potencial enorme», evaluó Francisco Lugano, manager de El Arapey. A principios de 2016, el mercado de exportación de carne se encontraba en unas 150.000 toneladas, lejos de las 750.000 que supo tener. «Esas 150.000 toneladas son algo así como el 6% de la producción argentina y cuando se cerraron las exportaciones, allá por 2007 [lo ganadero], era el 25% y parecía que se venía el mundo abajo», indicó. Buryaile dijo que el gobierno kirchnerista tuvo políticas que supusieron un «exterminio del rodeo de 60 a 48 millones de cabezas». El principal problema, expresó, es que no hay materia prima para recuperar la producción «porque los ciclos biológicos son distintos de los políticos», y dijo que quizá se tarde «unos 10 años más» en recuperar.
Créditos
Las tasas de los préstamos son «la queja número uno» del sector
«Las tasas están bajando -dijo Curutchet-. Siguen siendo altas, pero también hay de todo, particularmente para los exportadores, ya que después de muchos años volvió a haber créditos en dólares con tasas de 4,5% a 6,5% anual». Comentó que el Banco Provincia lleva prestados $ 15.000 millones al campo y que apunta a llegar a los $ 28.000 millones. Admitió que las tasas son «la queja número uno» de cualquier productor, pero que «la mayor dificultad de estos últimos años fue la plata contante y sonante de todos los días». Resaltó que la clave es «encontrar los nichos donde hay tasas con una mirada particular», como créditos que ayuden a mejorar la calidad genética a nivel ganado y cultivos. «Trabajamos con entidades del ruralismo para armar un reglamento que dicte en qué condiciones a un productor le podemos prestar más barato con el expreso propósito de que mejore la calidad», añadió.
Clima
El campo sufrió pérdidas millonarias debido a las inundaciones
«Las pérdidas son muy difíciles de cuantificar. Obviamente hay pérdida en peso en los animales y mermas de toneladas, pero hay partes de eso que se deben al ciclo lógico climático», explicó Buryaile. Admitió que el perjuicio fue grave y que «sólo en la soja» habrá una disminución de unas «cinco millones de toneladas más una pérdida de calidad». Señaló al sector lechero como el que «más sufrió» y advirtió que se puede hablar estadísticamente en el caso de la soja del 10%, pero hubo productores que perdieron el 100%, como en los tambos. «Uno de los grandes déficits que tenemos como política agropecuaria es la de seguros agrícolas -continuó-. No nos sirve la ley de emergencia agropecuaria [sancionada en 2009, creó un fondo permanente de 500 millones de pesos] si entendemos que el sector va a invertir en la próxima campaña unos 12.000 millones de dólares.»
Know-how
El campo argentino debe afianzar su conocimiento y exportarlo hacia el mundo
«Venimos hace muchos años con el tema del conocimiento y me parece que ahora estamos en una etapa de sabiduría: se trata de cómo aplicar ese conocimiento. La tecnología ya está, el tema es cómo se puede emplear con respeto al medio ambiente, con sostenibilidad productiva y sustentabilidad en lo económico y lo social», expresó Ambrosetti. Por su parte, Grobocopatel dijo que la Argentina debería ser «un jugador clave a nivel mundial para resolver los problemas de seguridad alimentaria y de pobreza rural a través de la transferencia de know-how». Añadió: «Somos 40 millones, producimos alimentos para 400 millones y podemos hacerlo para 800 millones». Así puede haber grandes mejoras en la productividad vinculadas con el conocimiento aplicado más que con la tecnología. «Puede haber saltos del 15% o del 20% en un año sólo por usar mejor los insumos y distribuirlos bien», dijo.
Dólar
La competitividad no depende sólo del tipo de cambio, sino de varios factores
Buryaile indicó que la competitividad no está dada sólo por el tipo de cambio, sino «por un montón de factores», como lo impositivo, las leyes laborales y los mercados», entre otros. Sin embargo consideró que el tipo de cambio actual mejoró la competitividad. Dijo que en diciembre el precio del dólar se encontraba alrededor de $ 10 y que hoy está en valores mayores a $ 15. «Si a eso le agregamos que en todos los productos, excepto en la soja, las retenciones se eliminaron, y en esta última se disminuyeron en un 5%, entonces veamos cuál ha sido el tipo de cambio efectivo y no solamente el nominal», aseveró. Reconoció que sigue siendo bueno a pesar de la inflación. «El tipo de cambio efectivo para el productor agropecuario ha sido un cambio drástico, por lo tanto, a mi entender, es competitivo. Si a eso le añadimos la ventaja comparativa que tiene el productor argentino, la situación mejoró», concluyó.
Desarrollo
Las posibilidades para los pueblos rurales del interior y la consolidación nacional
Curutchet explicó que en los últimos años fue difícil que la gente se arraigara en los pueblos rurales porque «no les daban los números». Aseguró que desea volver a ver localidades de hasta 20.000 habitantes donde los productores puedan prosperar, vivir bien y elegir quedarse ahí si lo desean. En la misma línea, Grobocopatel pidió «una Argentina integrada internamente y federal», donde la población prefiera vivir en el campo por la «mejor calidad de vida», y donde las ciudades se transformen en centros de servicio y de cultura. Para eso, Ambrosetti pidió diálogo entre los pueblos, los gobernantes locales, los consorcios, las empresas y las entidades a nivel nacional. Zubillaga añadió que en esa integración es clave «atraer y gestionar nuevos talentos» por «conveniencia mutua», y reclamó «revolucionar» las empresas para hacer del interior «algo bueno, algo a la que la gente joven le interese ir».
Logística
Es clave la inversión en plantas de acopio, caminos, puertos y vías férreas
Ambrosetti solicitó resolver el problema de los caminos rurales, que son «intransitables» y mejorar la conectividad eléctrica. Sostuvo que la mejora de la productividad y de la calidad agropecuaria será posible sólo si se concretan estas inversiones necesarias. Comparó los precios de logística de la Argentina con los de Estados Unidos: «Tenemos un 150% más de tarifa en dólares por tonelada por kilómetro», indicó. También apuntó que el país tiene «el combustible más caro en toda la región» y que los precios relativos deberían adecuarse a una economía que se está poniendo en marcha. En tanto, Curutchet dijo que todavía no se abordaron los cuellos de botella logísticos ni de infraestructura. «Se aumentará el 50% la producción granaria de la Argentina. Es una demanda tremenda sobre los caminos, los puertos, las plantas de acopio y las vías férreas. Se está planificando cómo se mejoran», resumió.
Trigo
Fue la estrella de los granos el primer semestre; creció 100% la exportación
Casi al cierre del primer semestre, según el Ministerio de Agroindustria, la exportación de trigo había avanzado un 100,5% interanual. «El trigo va a mostrar la confianza que hay en la política de Estado», lanzó Buryaile. «Estamos monitoreando un millón y medio de hectáreas más. En esta campaña cosechamos 10,5 millones de toneladas y estimamos que en la próxima vamos a cosechar no menos de 15 o 16 millones», añadió. En un plano más general, Ambrosetti predijo un «aumento de la productividad y de la calidad» granaria por la incorporación de tecnología, que hasta el momento estuvo restringida «por la falta de capital y rentabilidad». Agregó que no se trata de utilizar «más agroquímicos», sino de aplicarlos «de manera más eficaz y eficiente». Con las mejoras, dijo, «el ingreso al productor» va a mejorar «siempre y cuando los escenarios internacionales no se deterioren demasiado».
Reactivar
Los expertos coinciden en que para el campo, el segundo semestre ya empezó
«El segundo semestre empezó para el campo desde el momento en el que pintaba que Mauricio Macri iba a ganar -evaluó Buryaile-. Eso hizo que muchas perspectivas que se daban para el sector se anticiparan: mucha gente empezó a tomar previsiones y hubo una retracción en la oferta de grano porque se suponía que iba a haber una política coherente.» Para el funcionario, esos famosos seis meses «son realidad hoy con precios, y mañana lo serán con área sembrada y pasado mañana con lo cultivado». Más precavido, Ambrosetti se arriesgó a definir una «reactivación muy importante» también para el segundo semestre, pero de 2017. En ese momento, pronosticó, se verán las inversiones en mejora de productividad y calidad. Por último, Curutchet admitió que el Gobierno generó muchas expectativas con el concepto, pero consideró que «genuinamente va a mejorar».
Robótica
El trabajo manual se reemplaza con inteligencia artificial. Qué queda obsoleto
«Esto es una nueva división del trabajo», reconoció Grobocopatel. El empresario planea duplicar su compañía en términos de rentabilidad «lo antes posible» con el uso del conocimiento aplicado y tecnologías. «Ya estamos viendo máquinas sembradoras con robots que inyectan semillas específicas y listas para usar en lugar de arrastrar una cuchilla, entonces ya no se necesitan tractores porque no hay fuerza», describió. En el sector tambero, Zubillaga contó que en el mercado existen robots, «que no son como los de las películas», pero que ayudan a los productores a ordeñar. Asimismo habló de herramientas que trabajan con software y antenas que permiten «individualizar a los animales» y detectar el celo de la vaca y el momento del parto. No obstante hizo una salvedad: «Es difícil ponernos a hablar de robótica cuando estamos saliendo de una situación terminal».
Innovación
Un sector tradicionalmente conservador obligado a ser creativo y a disrumpir
Guillermo Mariani, fundador de King Agro, es casi un «outsider» del sector agrario: pasó de fabricar partes de navíos con fibra de carbono a aplicar ese mismo material a botalones de las pulverizadoras. El emprendedor realizó un análisis de la innovación en el campo y los beneficios para su empresa: «Cuando nos lanzamos con este proyecto, enseguida encontramos muchos productores con ganas de ser los primeros, de probar y correr el riesgo. Eso fue lo que nos retroalimentó a nosotros para ponerle más energía a esto, que es una mirada fresca, porque de pronto un material que no era una opción se va a transformar en poco tiempo en un estándar». Por otro lado, Lugano destacó que, a veces, las ideas innovadoras «tardan un tiempo en concretarse en un proyecto» por los ciclos biológicos, y pidió poder tener herramientas para que esos períodos se puedan sostener.
Eficiencia
¿Basta sólo con tecnología para aumentar la productividad? ¿Qué rol tiene el Estado?
Gonzalo Grigera, creador de AgIdea, habló de «brechas» de productividad. Por un lado, la que hay entre lo que se produce realmente y lo que se podría generar. Por el otro, la que se crea por la variabilidad interna, relacionada con climas o regiones, pero también con el manejo de sistemas de producción. «El desafío tiene que ver con cómo llegar a esos productores que todavía no están aplicando tecnologías o procesos que realmente tienen un impacto claro y poder establecer prioridades», dijo, y añadió: «Hay que identificar cuáles son, en las regiones, aquellas prácticas que tienen un bajo costo de implementación y un alto impacto, y me parece que el papel del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y de los extensionistas para identificar esas realidades y comunicarlas puede provocar un cambio muy importante en el sector y en el país».
Equipos
Una forma tan simple como milenaria: trabajar en grupo y colaborar
Lugano y Zubillaga también son vicepresidente y prosecretario de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), respectivamente, y fueron los encargados de hablar de la importancia para el campo del concepto del trabajo en grupo. Aacrea está conformada por casi 2000 empresas agropecuarias distribuidas en 18 zonas por todo el país, y organizadas en 225 grupos que intercambian ideas y experiencias para combinar conocimientos y mejorar sus resultados o solucionar algún problema técnico. «Cuando uno quiere pegar un salto productivo o generar un cambio, muchas veces se trata simplemente de combinar el bagaje de conocimientos y adaptarlos a una situación distinta», explicó Lugano, quien emprendió un desarrollo ganadero en Santiago del Estero, luego de asentarse en el oeste de la provincia de Buenos Aires con la ayuda de la asociación.
Inversión
Se suman cada vez más desembolsos de empresas locales y multinacionales
Yapur, CEO de la compañía de microbiología agrícola Rizobacter, fue uno de los protagonistas del sector en el primer semestre: junto a la francesa De Sangosse inauguró una nueva planta industrial en Pergamino a través de un joint venture de ambas compañías bautizado Synertech, que demandó una inversión de unos US$ 30 millones. La relación comenzó cuando De Sangosse buscaba un lugar en el mundo para expandir su capacidad de producción: «Tenían que armar una fábrica o arreglar la que tenían en Francia. Trabajé mucho para convencerlos de que traigan la plata acá», dijo Yapur. La empresa argentina tenía con qué persuadirlos: tiene más de 39 años en el mercado y presencia en 25 países. «Sólo mandaban a una persona una vez por mes a mirar lo que estábamos haciendo. Es decir, confiaban en nosotros plenamente», contó. La planta producirá 30.000 toneladas de productos.
I+D
Las universidades pueden ser el gran foco de innovación en el campo
Grigera es cofundador de AgIdea, una compañía que provee soporte científico y de investigación a empresas biotecnológicas, semilleras y de protección o nutrición de cultivos. «Tiendo a ver la innovación como un proceso que se va dando paso a paso, una pared que se va construyendo con ladrillos», comparó, y pidió más interacción con las universidades. «La relación entre el sector académico y el de la producción tiene que mejorar: son dos áreas muy pujantes, pero muchas veces un poco desconectadas», explicó. Describió su trabajo desde AgIdea en paralelo con algunas universidades y empresas, para encontrar una solución al fenómeno de las malezas resistentes. Remarcó que las compañías siguen siendo «el motor de la innovación», pero que, a su juicio, cuentan con una desventaja: «Van al paso del mercado y están motivadas en su propia economía».
Comunicar
Se necesita para integrar los grandes centros urbanos con los pueblos rurales
«En el campo siempre estuvimos concentrados en nuestros problemas tranqueras adentro. Además, la propia idiosincrasia del hombre rural es la de una persona que vive más aislada del contexto por el propio trabajo, y muy focalizada en lo operativo. La sociedad tiene una expectativa de que el sector también incluya y no sólo que produzca, que importe y que pague los impuestos», reflexionó Grobocopatel. Yapur insistió en mejorar el intercambio de información con los que viven en ciudades: «A la sociedad urbana le cuesta mucho entendernos, ver cómo producimos soja y cómo aplicamos fitosanitarios, y no nos quiere. Hay un problema de comunicación muy grande», evaluó. Y recalcó que la integración de los productos biológicos no va a reemplazar a los fitosanitarios, pero sí «bajarán la presión de los químicos», lo que puede hacer que haya mejor relación con aquel otro sector de los argentinos.
Sofía Terrile /Para La Nación
Fuente: Diario La Nación