Hay una gran capacidad instalada tanto en el caso de biodiésel como en el de bioetanol.
Planta de biodiésel en Rosario.Foto:Archivo
Dentro del universo de las energías renovables se podría decir que en la Argentina los biocombustibles están parados en una mejor situación que el resto. Productor de aceite de soja por excelencia, el país tiene en el biodiésel una vía rápida hacia una alternativa al petróleo y hacia un mayor cuidado del ambiente. Un paso atrás, el bioetanol también juega su partido.
Según explica Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, el gobierno anterior propuso, a través de la Secretaría de Medio Ambiente, una meta incondicional para que en la Argentina se usen cortes de combustibles líquidos con biocombustibles. La norma marca que en la mezcla debe haber un 15% de estos últimos. Además, de modo condicional (concretamente, sujeto entre otras cuestiones a las posibilidades de financiamiento y al desarrollo de la industria), se dispuso un corte de 30%. Ambos parámetros son metas para 2030.
¿Qué existe hoy?
En biodiésel hay una capacidad instalada de 4,6 millones de toneladas por año. Esto es como decir que se puede transformar alrededor del 40% de la producción potencial de aceite de soja en la Argentina. En el caso del bioetanol, la capacidad instalada es de 1.250.000 metros cúbicos. La totalidad del biodiésel se produce con aceite de soja, mientras que en el caso del bioetanol, 59% se produce con maíz y 41%, con derivados de caña de azúcar (estas relaciones en un futuro cercano van a cambiar porque van a aumentar en términos relativos la producción de etanol de caña en el país).
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¿Qué porcentaje de la capacidad instalada se utiliza hoy?
En el caso del biodiésel, en 2015 su empleo fue muy bajo. La producción fue de 1.800.000 toneladas (un 40% de la capacidad instalada), con exportaciones por 700.000 toneladas con destino a corte con gasoil por 1.100.000 toneladas. «Hoy se exporta menos porque hay en Europa un arancel antidumping que afecta al país. Por el momento el principal mercado para la Argentina es Estados Unidos», dice Molina.
En tanto se colocaron en el mercado interno 800.000 metros cúbicos de etanol (la capacidad instalada es de 1.250.000, pero creció en los últimos meses). El contenido de bioetanol en las naftas subió recientemente de 10% a 12,5% y se estima que dentro de un año esa cuota suba a 15%.
¿Cuáles son las perspectivas hacia el futuro?
En biodiésel, desde el punto de vista del mercado interno, elevar el corte progresivamente hasta un 20%, que es una medida que supera el 15% propuesto por la Argentina a 2030 de manera incondicional. «Para eso es imprescindible una decisión política que lleve a un uso intensivo de biodiésel en el segmento de transporte automotor de carga, pasajeros, agro y generación eléctrica. Además hace falta adecuar la logística», comenta Molina.
En el frente externo es fundamental que antes de fin de año la Argentina gane el diferendo con Europa y se abra nuevamente el mercado comunitario.
Por otra parte se podría ir hacia la sustitución de importaciones de gasoil. El país importa mucho de ese combustible que se destina fundamentalmente a la generación eléctrica, por lo tanto, la mayor utilización de biodiésel podría sustituir al menos en parte esas importaciones favoreciendo el tema ambiental, el agregado de valor local y un ahorro de divisas.
En etanol, el objetivo es homologar el uso de los vehículos con motores flex fuel que permiten el uso de bioetanol en cualquier porcentaje, y como en Brasil pasará a coexistir el expendio de nafta cortada con bioetanol hasta un 25/27%, con la venta de bioetanol puro para abastecer a los vehículos aptos para ese combustible.
La Argentina exporta estos vehículos, pero aún no se usan localmente (falta adecuar un instrumento electrónico que permite reconocer el tipo de combustible que contiene el tanque y ajustar en su función los parámetros del funcionamiento del motor). «Así, cuando un automovilista vaya al surtidor, en función del precio que exista para la nafta cortada con bioetanol, por un lado, y el bioetanol puro, por el otro, tomará la decisión de cargar uno u otro», concluye Molina.
Fuente: La Nación